La sexualización de la infancia: las niñas modelo

LA SEXUALIZACIÓN DE LA INFANCIA

El fin de la infancia: la sexualización

Hace unos años se creo muchísima expectativa cuando en la pasarela catalana 080 iba a desfilar la considerada “niña más guapa del mundo”. ¿Sabéis qué edad tenía? Tan solo, 9 años.

Lo mismo está sucedió con Millie Bobby Brown, una de las protagonistas de la serie de Netflix Stranger Things. Tenía 13 años y fue convertida en un icono de la moda y de la feminidad. Hasta la revista norteamericana W la clasificó dentro de la lista de los actores y actrices más sexys.

Esto tiene un nombre. Estamos sexualizando la infancia, acortando esta etapa y mostrando un modelo donde el ser guapa, deseable o sexy es el objetivo a conseguir.

¿Un privilegio o una carga?

Pienso en los niños de 9 años que tengo a mi alrededor. Sus responsabilidades son variadas: poner y quitar la mesa, hacer los deberes, dejar la ropa sucia en el cesto de la ropa… Entonces me pregunto, ¿cómo puede gestionarse una responsabilidad tan grande como ser la niña más guapa del mundo? O mejor dicho, ¿cómo puede soportarse una carga tan pesada como ser perfecta, la más perfecta del universo? ¿Es realmente un privilegio o es una carga?

Sin duda, son pesos para los que los niños no están preparados emocionalmente ya que, a nivel evolutivo, no han podido adquirir una serie de aprendizajes imprescindibles.

La esencia de la infancia

Si la esencia de los niños es ser espontáneos y creativos, ¿por qué nos empeñamos en subirles a una pasarela, decirles cómo tienen que caminar y qué gestos deben de hacer con los músculos de su cara?

Uno de los factores esenciales para un desarrollo psicológico adaptativo es respetar estos ciclos vitales. Comportarnos como niños cuando somos niños y comportarnos como adultos cuando ya somos adultos. Sin embargo, parece que estamos empeñados en invertir estas etapas.

Los riesgos de la fama

¿Qué riesgos tiene subir a un niño al pedestal de la fama? Y no solo riesgos para ese niño/a, sino ¿para los otros niños/as que lo observan y admiran? La infancia y también la pre-adolescencia son etapas en las que se asumen ciertos hitos evolutivos que van a marcar nuestra vida adulta. Cuando un niño/a pasa a estar en el centro de los focos, estos hitos se ven alterados.

La vida social

Por ejemplo, la convivencia con otros niños en el colegio durante varias horas al día, es un ensayo excelente de la vida social que tendremos en la adultez. Va a permitir a los niños desarrollar las habilidades sociales que colocarán en su mochila para el futuro.

Si una niña convive más con adultos que con niños, verá mermadas todas estas oportunidades de gestión de habilidades sociales con sus iguales. Es más, le va a resultar complicado conectar con ellos emocionalmente, ya que vendrá de experiencias y vivencias totalmente diferentes. Serán niños de 9 años de mundos distintos.

La belleza como valor prioritario

Me preocupan también los mensajes que implícitamente estamos mandando a estas niñas, adoradas por ser bonitas. Si por el mero hecho de ser guapa colocamos a alguien en un pedestal muy alto, le estamos transmitiendo que para estar arriba es suficiente con “ser algo” y no es tan importante el “hacer”. Por tanto, estamos olvidándonos de algo tan importante como la educación en el esfuerzo, factor que sin duda va a predecir la capacidad de autosuperación en el futuro.

Voy más allá: si coloco a alguien en un pedestal muy alto, la caída será mucho más dolorosa. He aquí un aprendizaje que debemos cultivar en la infancia: la tolerancia a la frustración. Las frustraciones en la etapa infantil son oportunidades esenciales para que padres, familiares, educadores y, a veces, psicólogos enseñemos a estas personitas a gestionar dicho sentimiento. La vida trae consigo muchos momentos de frustración; si no estoy preparada para gestionarlos y estoy sentada muy arriba, cualquier contrariedad va a ser como una caída sin red.

La valoración interna: la autoestima

Tampoco podemos pasar por alto que, un premio precoz a la imagen va a fomentar que la persona se construya y se valore a sí misma por lo que los demás valoran de ella. Va a ser difícil que construya criterios de valoración propios, algo fundamental para el desarrollo de nuestra autoestima.

Situaciones como la precocidad en la fama y la adoración a ciertas niñas por tener una imagen bonita, hace que les transmitamos mensajes del tipo: “te adoro porque eres guapa, porque eres perfecta”. Sin embargo, el mensaje que tendríamos que transmitir a nuestros niños para que establezcan vínculos seguros y desarrollen una buena autoestima sería algo bien diferentes: “a pesar de que no eres perfecto, a pesar de que a veces te equivocas, a pesar de que te quedan muchas cosas por aprender… a pesar de todo ello… te quiero”.

Aquí os dejo un artículo del diario público en el que participé hablando sobre este tema:

Stranger Things vuelve con polémica por la sexualización de la protagonista adolescente

Amalia Gordóvil Merino

Psicóloga Infanto-Juvenil y Familiar 

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