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REDES SOCIALES: UN ESCAPARATE FALSO PARA LOS ADOLESCENTES

Redes sociales y adolescencia

Domingo por la tarde en el sofá: móvil en mano. Voy pasando fotos y cada vez me deprimo más. Todo el mundo lo pasa bien. Sin embargo yo… Mírame… En pijama y aburrido en casa.

Las redes sociales se han convertido en un escaparate para los adolescentes. Un escaparate de caras sonrientes, cuerpos perfectos, ropa a la moda y un sinfín de actividades donde todo el mundo parece ser feliz. Un escaparate para el que se vive y en el que es más importante hacer la foto del momento que el momento en sí. Un escaparate que nadie enseña cuando se apagan las luces y toca quitar el polvo.

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La imagen lo es todo

Nos empeñamos en enseñar vidas que no mostraríamos sin el filtro de Instagram. Nos convertimos en esclavos de lo que deberíamos ser en lugar de disfrutar lo que somos. Atribuimos como real lo que no lo es y cada vez estamos más cerca de aquel capítulo de Black Mirror, donde los likes son fuente y forma de vida.

Las redes sociales se han convertido en un agente más de socialización. A través de ellas aceptamos,  interiorizamos, normalizamos e imitamos determinados estereotipos. Son transmisoras de falsas creencias como que la imagen y el uso del propio cuerpo aportan éxito, poder y control sobre los demás. Creencias muy lejos de la realidad, en la que otros valores son predictores mucho más fiables de vivir una vida rica y saludable: el esfuerzo, el ser emprendedor, la creatividad, el respecto por los demás y por uno mismo.

El papel de los padres/madres

Por todo ello, debemos de trabajar, no para eliminar las redes sociales de la vida de nuestros hijos, sino para ofrecerles más alternativas de disfrute en su tiempo libre. Actividades que les permitan desarrollar capacidades que ya tienen, convivencias con otros chicos de su edad, algún voluntariado o campos de trabajo. Allí podrán entrenar la empatía y la autonomía y van a contribuir sin duda a darse más valor a sí mismos creer más en ellos, verse capaces de enfrentarse al mundo. En definitiva el mejor regalo que les podemos dar: quererse.

Es curioso como nadie se atreve a colgar fotos de esos domingos en el sofá. Y no hablo de fotos edulcoradas con una distribución perfecta de los cojines y el último modelo de home wear. Hablo de la primera instantánea y no de la décima. Despeinados y sin maquilar. Viviríamos más relajados y felices: quien lo viera no se sentiría un fracasado y quien lo hiciera no perdería tiempo en forzar sonrisas ni retoques. Pero si lo hiciéramos, tampoco disfrutaríamos al 100% de ese necesario y placentero momento de domingueo en el sofá.

 

Hace un tiempo participé con Telediarios Telecinco hablando de los peligros psicológicos y emocionales que puede traer una sobreexposición a las redes sociales a través de las “selfies”. Aquí os lo dejo por si es de vuestro interés:

http://www.telecinco.es/informativos/sociedad/Selfies-adiccion-autoretrato-Olivia_2_1942530189.html

 

Amalia Gordóvil Merino. Col. 20177

Doctora en Psicología/Psicóloga infanto-juvenil y familiar

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